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viernes, 23 de septiembre de 2011

LA BASURA ESPACIAL SERA UN PROBLEMA SERIO EN UN FUTURO PRÓXIMO.


¿Sabias quePregunta
Desde que, el 4 de septiembre de 1957, el Sputnik se convirtió en el primer satélite artificial, la humanidad no ha dejado de abandonar su basura en la atmósfera terrestre. Salvo que se encuentre en órbitas muy bajas, desde donde cae y se desintegra a su paso por la atmósfera, puede permanecer allí cientos, miles y hasta millones de años.El firmamento, mientras tanto, está plagado de tuercas, tornillos, restos de pintura, herramientas, fragmentos de cohetes y naves fuera de uso. Son tantos que amenazan con hacer inútiles las órbitas terrestres más transitadas por los aparatos creados por el hombre: la LEO (Low Earth Orbit), a unos 2.000 km. sobre la superficie terrestre, y la GEO (Geostationary Earth orbit), a unos 36.000 km. de altura. Se trata de un campo de desguace de proporciones gigantescas: los cerca de 5.000 lanzamientos que se han realizado desde aquella primera aventura espacial del hombre han dado lugar a unos 8.300 objetos con diámetros superiores a 10 cm que flotan sobre nuestras cabezas. Son el sueño de cualquier chatarrero: constituyen unas 4.500 toneladas de metal, a las que hay que sumar los más de 100.000 fragmentos con un diámetro de entre 1 y 10 cm. y las billones de partículas aún menores que pueblan la órbita terrestre. Estas cifras muestran el peso de un problema que, aunque todavía no es crítico, puede llegar a serlo pronto. El ser humano está colocando con su carrera espacial los barrotes de una férrea cárcel planetaria de la que tal vez un día no pueda volver a escapar.

Sólo un 6% de los objetos que circulan alrededor de la Tierra son útiles. El resto lo constituyen desechos abandonados: satélites fuera de servicio, cadáveres metálicos que dan vueltas sobre la Tierra (una quinta parte); fases de naves que quedaron abandonados por la puesta en órbita de un satélite, como partes de los cohetes lanzadores (una sexta parte); piezas de maquinaria utilizadas en las operaciones (12%); fragmentos procedentes de la explosión de aparatos (de la que sólo un 30% es voluntaria), que representan un 40%, y, por último, los detritus de las colisiones incontroladas con estos fragmentos. Todos ellos se interponen en el camino de las naves que exploran y explorarán en el futuro el firmamento, algo más que preocupante en una época en la que ya se habla de popularizar el turismo espacial y construir colonias planetarias, y también obstaculizan el tránsito por las regiones de altitud más útiles en la actualidad, la LEO y en GEO . La densidad máxima en ambas es comparable, aunque el flujo de cadáveres en LEO es mayor por el menor volumen de esta órbita y por la mayor velocidad que alcanzan los objetos en ella.

Ninguna está todavía saturada, pero el riesgo de choque es ya considerable. Los objetos en LEO tienen, como promedio, una velocidad de 10 km/s, lo que los transforma en verdaderos proyectiles. Basta pensar que una bala de fusil viaja a una velocidad de tan sólo 0,8 km./s. Un objeto pequeño, de tan sólo 80 gramos de peso, tendría una energía de impacto equivalente a una explosión de un kilogramo de TNT, suficiente para destruir un satélite de 500 kilos de peso. Y una partícula de un milímetro puede perforar el traje de un astronauta.




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